miércoles, 29 de julio de 2009

Demonios del Caos






Más allá de los límites del espacio físico, libre del tiempo o la causalidad, existe un plano totalmente incomprensible para las mentes mortales. Se encuentra al otro lado de los sueños y las pesadillas, creado sin forma ni estructura. Existe muy lejos de la imaginación; una imposible abstracción hecha real únicamente a través de la metáfora. Está compuesto de amor y odio, miedo y esperanza, ambición y desesperación, y, aun así, es un vacío desamparado y sin emociones. Renaciendo constantemente pero jamás cambiando, eternamente transformándose pero estático. Ningún sentido natural, preternatural o sobrenatural puede verlo, olerlo o escucharlo, excepto a través de ilusiones análogas que hacen enloquecer a los hombres. Es un lugar en que los dioses libran una constante guerra por la materia pura de la anticreación que los creó.


Es el Reino del Caos.


El Señor de la Batalla, Khorne, gruñe y ruge, poseído de una enorme e inmortal furia. Slaanesh, el Príncipe Negro, satisface hasta el último placer y deseo, por inmoral o perverso que sea. El Gran Nurgle, el Señor de la Descomposición, trabaja infatigablemente para propagar la infección y la pestilencia, regocijándose en la muerte y la enfermedad. Tzeentch, el extraño y siempre cambiante Arquitecto del Destino, urde eternos complots y destinos, y utiliza poderosos hechizos para someter el futuro a su voluntad.


Son los Dioses del Caos.


En este desconocido reino, combaten titánicas huestes, sumidas en un conflicto que es tan viejo como el universo y del que jamás se alcanzará la victoria. Ejércitos formados exclusivamente por la irreflexiva energía se enfurecen y gritan, impulsados por los caprichos de sus creadores.


A veces, solo a veces, el Reino del Caos rompe sus límites y penetra en el reino de los mortales. Las pesadillas y el terror invaden los mundos del Hombre y los alienígenas por igual, cuando ejércitos de demonios y guerreros degenerados avanzan junto a regimientos de soldados rojos como la sangre y baterías de máquinas de guerra de bronce. Mientras los cielos arden con fuego mágico y ríos de sangre inundan las devastadas ciudades, las huestes de los dioses masacran y mutilan a su paso, alimentándose de las almas de sus víctimas.


Son los Demonios del Caos

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